Margarita Rivero

 

Entrevista a Margarita Rivero, Abogada Especialista en Derecho de familia y Derecho de Sucesiones en FR&P Abogados

Margarita Rivero nació en Barcelona y se licenció en la Universidad de la Ciudad Condal en el año 2008. Desde que terminó sus estudios ha pasado mucho tiempo y se ha convertido en una de las abogadas más solventes del bufete FR&P Abogados. Compagina su condición de abogada con el de madre, pero afirma que con esfuerzo se pueden asumir las dos tareas. Dice que desde siempre quiso ser abogada y que una de sus prioridades es que el cliente sienta el esfuerzo del profesional que le atiende. Aunque afirma que podría asumir cualquier caso, su especialidad es el derecho civil y, sobre todo, el derecho familiar.

– ¿Por qué decidió convertirse en abogada?

– En mi familia no había ninguna tradición en el mundo del derecho, pero mi madre siempre dice que nací para dedicarme a esta profesión. Soy la pequeña de cinco hermanos y desde mi infancia me tuve que defender mediante el uso de la palabra. Y es que siempre he sido muy activa, y mi fuerte carácter me ayuda a desarrollar mi profesión puesto que hay muy pocos retos que me asusten.

– Se licenció en Barcelona, pero decidió trabajar en Mallorca.

– Me trasladé a la isla por mi pareja, que también es abogado. Hice el máster de práctica jurídica en Mallorca. Vi una oferta en la que pedían un abogado para un despacho de Palma. Presenté una oferta y me cogieron. Allí estuve casi tres años trabajando, y la verdad es que fue una época de mucho trabajo en la que aprendí mucho.

– ¿Recuerda cuál fue su primer juicio?

– Mi debut profesional fue en un juicio que se celebró en una de las salas penales de la Audiencia provincial. Mi anterior jefe me encargó el caso. Era un cliente que denunció una agresión sufrida por varios agentes de la Policía Local de Palma. Actué de acusación particular, pero el juicio no se ganó, porque era muy difícil enfrentarse a la Policía. Y aunque no ganamos me preparé muy bien el juicio y la verdad es que me sentí muy segura en todo momento. Recuerdo que estuve casi 15 días sin dormir, pero es lógico porque era muy joven.

– Pero se dio cuenta que el derecho penal no era precisamente lo que más le atraía.

– Así es. Ya cuando estudiaba a mí me atraía mucho más el derecho civil, con todas sus ramificaciones. Era la asignatura que se me daba mejor.

– Y entonces decide asumir otro tipo de casos.

– Los casos donde más destaco y en los que me desenvuelvo mejor son los asuntos de familia y los conflictos civiles. Ante los asuntos familiares tengo la costumbre de empatizar mucho con la persona que represento, ya que deposita muchas esperanzas en mí. Su futuro depende, en gran medida, de mi trabajo, y representa una gran responsabilidad. Siempre intento que mi cliente sienta como si su caso fuera el único que estuviera defendiendo. Ante los conflictos familiares no hay más remedio que implicarse. Estos temas de familia muchas veces son conflictivos, sobre todo cuando afectan a menores, pero la verdad es que me desenvuelvo bien.

– ¿Cree usted que los conflictos familiares se resuelven en los juzgados?

– Muchas veces no hay más remedio que pedir la intervención del juez, pero siempre he sido partidaria de llegar a un acuerdo con la otra parte porque es difícil que estos conflictos de familia puedan resolverse del todo en el juzgado.

– ¿Cuál es la razón de que apueste por el acuerdo?

– Hay que tener en cuenta que quien mejor puede gestionar un entendimiento es la propia pareja. Siempre es mejor negociar un acuerdo que esperar la resolución de un juez. El magistrado resolverá lo que él considere, sin importarle los problemas que su decisión pueda suponer para las partes enfrentadas. Pero muchas veces es imposible que las dos partes se entiendan y no queda más remedio que esperar la decisión del juez.

– Pero para llegar a un acuerdo es necesario que ambas partes cedan en sus pretensiones.

– Así es. Todas las partes han de ceder en sus pretensiones, porque de lo contrario es imposible alcanzar un acuerdo. Yo siempre aconsejo negociar y llegar al juzgado con un pacto entre ambas partes. Mi experiencia profesional me ha demostrado que si hay un acuerdo, al final ganan ambas partes, sobre todo si es en beneficio de los hijos.

– ¿Cuál de los casos que ha representado le ha impresionado más?

– Recuerdo uno que fue muy especial. Representaba a una mujer que exigía su derecho a poder recibir las visitas de sus nietos. Los padres no mantenían contacto con esta mujer, pero conseguimos ganar el caso. Es un tema que me ocasionó una gran satisfacción personal. No solo ella tenía derecho a tener contacto con sus nietos, sino que también los niños tenían el mismo derecho a relacionarse con su abuela.

– También es usted especialista en casos relacionados con herencias.

– Así es. Tengo el curso de contador-partidor de herencias. Esta figura interviene cuando no existe un acuerdo entre varias partes a la hora de repartirse la herencia. Su función es dividir y repartir el caudal hereditario, como establece su nombre. Trabaje y estudié mucho sobre estas cuestiones hereditarias y al final conseguí elaborar un modelo para realizar esta función, que es muy útil.

– Como madre y trabajadora le debe preocupar el tema de la igualdad entre hombre y mujer.

– Al ser madre me siento con la obligación de cuidar y educar a mis hijos. Por ello, tengo asumido que nunca podré llegar al nivel profesional que si hubiera nacido hombre. Es algo que he tenido muy claro toda mi vida y cuando empecé mi carrera profesional. Pero también tengo muy claro que mis hijos están por encima de todo y me siento muy orgullosa de la familia que he creado.

– Muchas mujeres puede que no piensen como usted…

– Todas las opiniones son respetables. Yo no me siento ni machista, ni feminista. Soy realista. Si tengo un hijo es para estar con él. Eso no significa que no pueda dedicar todos mis sentidos a mi profesión, aunque suponga un mayor esfuerzo. Es algo que decidí al ser madre e igual que yo supongo que les pasa lo mismo a otras mujeres.

– ¿Alguna vez se ha sentido discriminada en su profesión por ser mujer?

– Yo no he notado esta discriminación por género en mi profesión. Hay que tener en cuenta que en estos momentos es muy habitual la presencia de mujeres en la Administración de Justicia. De hecho, ahora hay más mujeres juezas, que hombres. La verdad es que puedo decir que siempre me he sentido tratada de la misma manera, y con el mismo respeto, que un abogado.

– Es usted de las últimas abogadas que se ha incorporado al despacho FR&P Abogados.

– Me incorporé el pasado mes de septiembre. Estuve un tiempo apartada de la profesión para dedicarme a mis hijos. La verdad es que no he tenido ningún problema para volver a coger el ritmo de trabajo. No he perdido la práctica. Cuando celebré mi primer juicio tras volver al trabajo me sentí muy segura.

– Quién la conoce dice de usted que es una persona con mucho carácter…

– Y es cierto. Mi fuerte carácter me ayuda a ser una mejor abogada, porque es muy difícil que me asuste ante un caso. Dedico toda mi energía y conocimiento a defender siempre a mi cliente. Además, soy una persona muy ordenada, que me gusta mucho la rutina. Si no funciona el orden, al final no funciona nada.

– ¿Es usted de las que se lleva los conflictos profesionales a casa?

Mi marido también es abogado y es difícil que no hablemos de los casos que llevamos en el despacho cuando llegamos a casa. Eso, al final, supone dedicarle un mayor esfuerzo al trabajo. Pero de vez en cuando también intentamos desconectar, como no podría ser de otra forma.

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